La luz y la oscuridad son los indicadores que más marcan nuestro reloj interno y nos sincronizan con el cambio día-noche de la Tierra. La luz llega a receptores especiales de la retina y nos pone en modo "actividad", mientras que la oscuridad produce la liberación de melatonina de la glándula pineal y nos pone en modo "sueño".
Sin embargo, hoy en día el 80 % de los alemanes trabaja en espacios cerrados. Aunque dichos espacios se perciban como muy luminosos, en la mayoría de los casos la iluminancia no supera los 600 lux. El cuerpo humano necesita en realidad como mínimo 2500 lux por la mañana para despertarse completamente. En primavera y verano este valor se alcanza por la luz natural que llega del exterior, pero en otoño e invierno la falta de luz es considerable. En las estaciones del año oscuras, son mucho más frecuentes el mal humor, la fatiga, las alteraciones del sueño y los estados depresivos.
La falta de luz afecta negativamente al estado de ánimo, hace que resulte difícil despertarse y altera también el ciclo de sueño-vigilia. La falta de luz es responsable, entre otras cosas, de la falta de serotonina, el mensajero químico que mejora el estado de ánimo, en el cerebro y de un exceso por la mañana de melatonina, la hormona de la oscuridad.
Como remedio para compensar la falta de luz puede recurrir a la terapia lumínica con una lámpara de luz diurna. Utilizando la lámpara de luz diurna inmediatamente después de despertarse por la mañana, es decir, lo más pronto posible, se puede interrumpir la producción de melatonina, lo que influye positivamente en el estado de ánimo.
Source: Schlafen für Aufgeweckte, Dr. med. Michael Feld, 3. Auflage 2015